miércoles, 4 de agosto de 2010

Observaciones

Si nos ponemos a pensar, desde Mercurio, el Sol se ve 2 veces mas grande que desde la Tierra, la diferencia con la Tierra es que el cielo de Mercurio siempre esta negro debido a la ausencia de una atmosfera.
Mercurio es el planeta más próximo al Sol por lo tanto su observación presenta serias dificultades. En efecto, su máxima elongación, es decir el mayor ángulo que puede separarlo del Sol, vale, en el mejor de los casos, 28º. Como la orbita de este planeta es bastante excéntrica, puede ocurrir que la máxima elongación tenga un valor de 18º aproximadamente (Fig. 1).
Como consecuencia de esto, Mercurio se observa en el cielo siempre en las proximidades inmediatas del Sol, ya sea en los momentos previos a la salida o enseguida de la puesta de este. Debido a lo mencionado anteriormente el planeta se ve brillar entre los resplandores crepusculares, en una posición muy cercana al horizonte, como una estrella de primera magnitud en algunos casos tan brillante como Sirio (la estrella más brillante del cielo).                                                                
El estudio de Mercurio debe hacerse con grandes dificultades provenientes de los hechos indicados, ya que la presencia constante de la luz solar difundida en la atmósfera durante la observación del planeta, mas la circunstancia altamente desfavorable de su cercanía al horizonte, posición en la cual la capa aérea produce múltiples  efectos que perturban la buena  visibilidad, determinan malas condiciones para la observación.
De acuerdo con las posiciones  relativas entre la Tierra, el Sol y Mercurio,  éste presenta fases similares a las lunares. Pero mientras que la Luna por girar en torno a la Tierra conserva aproximadamente la misma distancia al observador, el movimiento combinado de Mercurio y la Tierra  determinan una variación  considerable en la distancia que los separa. En el momento que ésta se hace mínima (fig. 2 a) las dimensiones aparentes del planeta se hacen máximas, pero por la fase correspondiente, Mercurio, observado del lado opuesto al Sol, se presenta como un disco negro invisible. En determinadas circunstancias (cuando se encuentra cerca de la línea de los nodos), en esta fase puede pasar por delante del disco brillante del Sol y entonces se ve como un pequeño círculo negro proyectado sobre la fotosfera.
En la fase de totalidad (fig. 2 b) por estar en junto con el Sol, aparece en la esfera celeste tan próximo a éste que en la práctica resulta  inobservable.
Las  mejores condiciones para la observación de Mercurio se producen cuando el planeta se encuentra en su máxima elongación, circunstancia en la cual  se ve solamente iluminada la mitad del disco (fig. 1)

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